Sus triunfos.

Hitler en la gran depresión.

La Gran Depresión trajó nuevos tiempos para el revolucionario alemán. Durante años Hitler había predicho que llegaría, y mientras varios bancos se declaraban en quiebra y millones perdían sus empleos, él declaró su satisfacción, porque entendió que el momento era oportuno para su discurso revolucionario: “Nunca en mi vida he estado más dispuesto e interiormente presto a la lucha que en estos días. Porque la dura realidad ha abierto los ojos de millones de alemanes a las estafas, mentiras y traiciones sin precedentes de los marxistas engañadores del pueblo”



Un elemento clave del discurso de Hitler fue su capacidad de revivir el sentimiento de orgullo nacional, debilitado en la Primera Guerra Mundial y en el posterior Tratado de Versalles. Después de estos sucesos, Alemania había perdido importancia económica en Europa, junto con todas sus colonias, y además había adquirido una pesada deuda al aceptar la responsabilidad de la guerra. Hitler prometía repudiar al Tratado de Versalles, suspender los pagos de indemnización, generar empleo, combatir la corrupción y controlar a los ricos.



Tercer Reich.

Habiendo obtenido el poder político que necesitaba, Hitler llegó a obtener el apoyo y convencer a la mayoría de los alemanes de que el era su salvador de la economía ante de la depresión, del comunismo, el «judeo-bolchevismo», y el Tratado de Versalles, junto con otras minorías «indeseables». Los nazis eliminaron la oposición a través de un proceso conocido como Gleichschaltung.


 
 
 
 
 
 
 
Economía y Cultura.
 
Hitler estuvo a cargo de una de las mayores expansiones de la producción industrial y la mejora civil como nunca se había visto en Alemania, en su mayoría sobre la base de la deuda de flotación y el rearme. Durante un discurso de la Organización de las Mujeres Nacional Socialistas en septiembre de 1934, Adolf Hitler argumentó que para la mujer alemana su mundo era «su marido, su familia, sus hijos, y su casa».



Esta política fue reforzada al instaurar la Cruz de Honor de la Madre Alemana, junto con incentivos económicos para la mujer que tuviera cuatro o más hijos. La tasa de desempleo se redujo sustancialmente, en su mayoría a través de la producción de armas, construcciones de obras civiles (Organización Todt) y el envío de la mujer a casa, para que los hombres pudieran ocupar sus puestos de trabajo. En vista de esto, se llegó a afirmar que la economía alemana logró emplear a todos, al menos según la propaganda de la época. Gran parte del financiamiento para la reconstrucción.


Hitler también estuvo a cargo de una de las más grandes campañas de mejora de la infraestructura en la historia alemana, con la construcción de decenas de represas, autopistas, ferrocarriles, y otras obras civiles. Hitler insistió en la importancia de la vida familiar: los hombres debían ser el «sostén de la familia», mientras que las prioridades de la mujeres debían ser la educación de los hijos y las tareas domésticas.


En 1936, Berlín fue sede de los Juegos Olímpicos de verano, que fueron inaugurados y dirigidos por Hitler como una forma de demostrar la superioridad aria alemana sobre todas las demás razas.